La dificultad para la comunicación y la ausencia de un medio de transporte eficaz en la Alpujarra, común a todas las zonas de montaña, ha condicionado a sus pobladores desde lo más antiguo a utilizar los materiales que encontraba en sus alrededores más próximos. Estos materiales por excelencia son la piedra y la madera, y en menor medida el barro, el hierro, la cal, el yeso, la caña y el esparto. Ellos solos van a cubrir prácticamente todas las necesidades constructivas de la arquitectura popular alpujarreña.
Para comprender el origen de estos materiales, es necesario hacer un pequeño repaso a la historia geológica de la zona, pero no os asustéis, lo voy a explicar facilito.
Geología
Hace más de 200 m.a. (millones de años), existió sobre la zona que ocupa actualmente Sierra Nevada, una región baja posiblemente constituida por un mar en el que florecía vida primitiva abundante (Ver ilustración nº 1). No os confundáis, pues aún no existían los viajes que organiza el INSERSO a los pensionistas para visitar las playas españolas.
Ilustración nº 1
Cuando hablo de vida primitiva, me refiero a microorganismos, vegetación exuberante y algunos bichos raros (los dinosaurios aún no aparecerían sobre la tierra hasta varias decenas de años después).
En este mar fueron acumulándose materiales erosivos procedentes de las inmediaciones más elevadas, arcillas y limos, formando capas laminares, sobre las que luego se amontonaron más materiales. Es como si alguien hubiese preparado una gran tarta de chocolate superponiendo multitud de delgadas capas sucesivamente (Ver ilustración nº 2).
Ilustración nº 2
Una vez que estas capas se encontraron inmersas en el interior de la corteza terrestre, fueron sometidas a fuertes transformaciones metamórficas, hasta dar lugar a esquistos con su característica foliación y coloración gris-oscura causada por el grafito. O sea, que metieron la tarta dentro del horno y ésta tomó consistencia y color. Al conjunto de estas rocas se le denomina normalmente lastra, y científicamente Manto Nevado-filábride.
Ilustración nº 3
Más tarde, hace unos 170 m.a., sobre la lastra, se formó por precipitación química y a partir del agua del mar, una capa de calizas y dolomías. Algo parecido a cuando echas demasiado azúcar en un vaso de leche; la que no se disuelve se deposita en el fondo (La precipitación química viene representada en la ilustración nº 3 por las flechitas). Este segundo manto recibe el nombre de Calar ó Manto Alpujárride.
Ilustración nº 4
Interfiriendo ambos mantos se interponen rocas pizarrosas de la misma formación geológica que el calar llamadas filitas. Presentan coloración variada (gris-violáceo-azulado) y por descomposición dan lugar a la launa, la tierra arcillosa utilizada en la impermeabilización de las cubiertas, y que he representado en la ilustración nº 4 con los circulitos que aparecen entre el calar y la lastra.
Hace 25 m.a., debido al choque de las placas africana y eurasiática, Sierra Nevada adopta la forma de una joroba que va desgastándose en su parte central por la fuerte acción de los agentes atmosféricos (Ver ilustración nº 5).
Ilustración nº 5
Los materiales del calar que lo cubrían, al ser erosionados, pasaron en forma de derrubios a formar parte de las zonas deprimidas y perimetrales, lo que explica que la lastra se muestre visible en la parte más alta de la sierra (Ver ilustración nº 6).
Ilustración nº 6
Parece ser que el plegamiento que dio origen a Sierra Nevada, todavía sigue produciéndose, mientras que con la llegada de las glaciaciones, hace 1 m.a., se incrementa lameteorización, formándose los depósitos morrénicos en las cumbres y se labra el relieve actual. El clima periglacial caracterizado por la alternancia de heladas y deshielos que destruye la roca, está formando el cascajar, que son pedregales de los que los hombres nos estamos abasteciendo para las construcciones.
LA PIEDRA
Uso y localización
Se utilizará sin dimensión ni forma definida en las diversas partes de las casas como son los cimientos, los muros, los pilares, y en los terraos sujetando los aleros como elementos llamados castigaderos.
En forma plana, como losas o lanchas, en los techos cubriendo huecos entre vigas de madera o alfanjías, y en la pavimentación de suelos; y como lajas en los aleros de los terraos, llamándose a cada una de estas piedras beril.
Como roca descompuesta se utilizará la cal y el yeso, y en la impermeabilización de las cubiertas la launa.
Del tamaño del puño o menor como proyectiles, servirá “pa arreá el ganao o èpantá a algún indeseao”. Todos los pueblos colonizadores de la Alpujarra encontraron serias dificultades para dominarla, existiendo dos factores que ayudarían a explicar esto: su difícil geografía, y la mala leche de sus pobladores, entre los que me incluyo.
La piedra en la Alpujarra se encuentra abundante y repartida de manera irregular en cantidad, calidad y localización. Las más representativas son las calizas, las dolomías y los esquistos.
Ilustración nº 7.- Grupo de alpujarreños
dando la bienvenida a los romanos.
EL HIERRO (El yerro)
El hierro se obtiene de la minería, que en la Alpujarra se remonta hasta la antigüedad. Se sabe por ejemplo, que los cartagineses y romanos ya extraían mineral del Conjuro de Busquístar y de otros lugares de la Alpujarra. Muchos de esos mismos puntos de explotación han servido hasta hace poco para abastecer las necesidades locales, e incluso para exportar el mineral.
El hierro en la naturaleza, suele aparecer combinado químicamente con otros elementos formando lo que se denomina la mena, ésta a su vez está acompañada de otras sustancias de naturaleza térrea llamada ganga. El conjunto de la mena y la ganga constituye el mineral. Para la obtención del metal, lo primero que hay que hacer es separar estos dos elementos en el proceso denominado metalurgia; y luego obtener exclusivamente de la mena el hierro, no sin ciertas impurezas, en el proceso denominado siderurgia.
La forja del hierro en la Alpujarra, fue en principio una exclusiva de los pueblos colonizadores, los mismos que empezaron a explotar estos recursos, y más recientemente de artesanos de origen gitano. Todos utilizaron la fragua como lugar de trabajo. La fragua consta de un fogón en que se caldean los metales a la temperatura necesaria para poder moldearlos; para ello se hace necesario avivar la llama mediante una corriente de aire generada por un fuelle. Una repetida acción de calentamiento y martilleo con el metal en contacto con el carbón, seguido de la inmersión en agua fría, le confiere al hierro una resistencia superior a otros metales hasta entonces descubiertos (temple), como era el bronce.
Ilustración nº 8.- Proceso resumido de la elaboración del hierro. En la fragua se realiza el trabajo de siderurgia. La canción no es necesaria pero acompaña al son del martilleo y hace más ameno el trabajo.
Con el metal trabajado se fabricaban todo tipo de utensilios para las labores de labranza, herrajes para las bestias y aldabas para atar las caballerías. También cacharros para la cocina, y todo tipo de elementos auxiliares para las construcciones, como aldabillas, garrillas o bisagras para puertas y ventanas, clavos, alcayatas, etc.
Ilustración nº 9.- Cerrojo, uno de los muchos objetos
elaborados con hierro en la fragua.
LA CERÁMICA
El conocimiento de la cerámica se remonta varios milenios antes de J.C. a multitud de culturas, pero corresponde a los árabes su revalorización; siendo su heredero más cercano el arte Mudéjar representado en la mayoría de las iglesias de la Alpujarra.
La materia prima para la cerámica es la arcilla, procedente principalmente de la descomposición de feldespatos, y que se presenta en una gran variedad de coloraciones y composiciones. La arcilla se extrae de canteras a cielo abierto llamadas barreros (de donde deriva el nombre de Las Barreras de Órgiva), y que se pueden identificar fácilmente en nuestra comarca por su característico color pardo-rojizo.
El proceso después de la extracción, consiste en preparar la arcilla, pues tal como se obtiene del terreno posee muchas impurezas. Esta preparación puede ser más o menos compleja, siendo la más fácil su sola exposición a la intemperie para que la lluvia y el aire la limpie; y la que mejor calidad le aporta, su dilución en agua, dejando reposar la papilla que se deposita en el fondo llamada barro calado, y que es el que luego se moldea y cuece al horno.
“El horno es una modesta construcción en piedra, de una altura aproximada de 5 metros y de una anchura de 3,50. La habitación, recubierta de ladrillos refractarios, mide 3 metros de profundidad por 2,5 de anchura y 3 de alto. Unos agujeros circulares en el techo, permiten que el humo se escape. El fogón, habilitado por debajo del suelo, se alimenta de haces de romero, de tomillo, etc. Sobre la base del horno, se coloca una fila de ladrillos con el fin de proteger los objetos del fuego. El ajornar o ahornar es un trabajo delicado, pues conviene aprovechar de la mejor manera el espacio disponible. Las piezas son separadas unas de otras por pequeños trozos de arcilla. El horno se cierra por medio de ladrillos y de un revestimiento de greda -la misma que sirve para la fabricación de recipientes-. La cocción dura 15 ó 16 horas y se repite cada diez o quince días, según las exigencias de la comunidad. La temperatura, en el interior del horno, alcanza unos 900º.”
Spahni J-C. L´Alpujarra. Pág. 108
Antiguamente y hasta hace un siglo, los ladrillos y cualquier otra pieza cuadrangular, se ejecutaban manualmente uno a uno introduciendo la masa en un molde de madera, y las cilíndricas utilizando el torno; por lo que las piezas obtenidas necesitaban de gran laboriosidad y suponían un coste significativo, aparte del encarecimiento extra que suponía su transporte desde los centros de producción hasta los pueblos más altos y aislados de la sierra; de ahí su uso tan restringido o inexistente en la vivienda de los pueblos altos.
Un uso singular de la arcilla es la fabricación de ladrillos de adobe, constituidos solamente de barro mezclado a veces con paja, y secados al aire. El adobe también se puede verter y prensar dentro de un molde grande desmontable para ejecutar muros de tapial.
LA CAL (La cá)
Existen dos tipos de cales de construcción. La cal aérea procedente de la piedra caliza (CO3Ca con un 95% aproximadamente de pureza), y la cal hidráulica que se obtiene a partir de marga caliza (80% de CO3Ca y 20% de arcilla).
En ambos casos, tanto el proceso de fabricación como de utilización es parecido. El de fabricación consiste en someter a la caliza o marga a altas temperaturas, con lo que se descompone dando óxido cálcico o cal viva. Esta cal viva se apaga luego con agua, obteniéndose la cal apagada o cal de construcción. La diferencia entre ellas está en los compuestos que proporciona la arcilla a la cal hidráulica, ya que modifican su manera de endurecimiento o fraguado. Aunque ambas se mezclan con agua para su utilización, la cal aérea necesita exponerse a la intemperie para reaccionar con el dióxido de carbono (CO2) del aire y endurecerse; mientras que la cal hidráulica se sirve de la misma agua de amasado para reaccionar con ella y endurecer también.
La cal, se ha venido utilizando en la confección de morteros plásticos muy adherentes mezclándola con arena; y para la realización de enfoscados de fachadas y pintado de las mismas. Para ello sólo hay que graduar la cantidad de agua con la que se amasa. Para los morteros se necesita poca, y para pintura la necesaria hasta diluir la cal.
El YESO
Se obtiene de la piedra de Aljez sometiéndola a un proceso de calentamiento en un horno similar al utilizado para el hierro, en el que se intercalaban una capa de piedra de Aljez con otra de combustible, y así sucesivamente. En el proceso se pierde la mayoría del agua contenida. Si volvemos a mezclar con agua, el yeso la recupera endureciendo rápidamente. Esta forma de fabricación era bastante deficiente, y el producto obtenido había que molerlo posteriormente. Además, se contaban numerosas impurezas de cal o arcilla, y otras sobrecocidas o incocidas. El producto así obtenido era un yeso de mala calidad y de tonalidad grisácea llamado yeso negro.
El yeso es un elemento más típico de las viviendas construidas en los pueblos medios y bajos, pues la piedra de Aljez aparece en el calar o manto alpujárride. Sus usos son el guarnecido de paredes y techos, para lo que se suelen utilizar cuerdas de esparto enrolladas a las vigas o postes, lo que proporciona adherencia entre el yeso y la madera. También se utilizan para la elaboración de suelos, en el recibido de puertas y ventanas, construcción de chimeneas y armarios empotrados, etc.
LA MADERA (La maera)
La madera en la construcción típica alpujarreña, se usa en despieces sencillos, poco labrada o en forma de troncos sin apenas desbastar como alfanjías, dinteles de huecos, mobiliario y carpintería en general.
Al igual que para comprender el uso de los materiales pétreos, se hacía necesario un repaso a la geología de la Alpujarra; para saber qué árboles crecen en la zona, hay que saber que los dos factores más importantes en su desarrollo son, la gran diferencia de altitud en tan pocos kilómetros, y la proximidad del Mediterráneo. Esto motiva la existencia de microclimas y da lugar al desarrollo de gran número de especies.
Vegetación
En las zonas más bajas y con clima típico mediterráneo y hasta unos 800 m. de altura, se alternan los cultivos hortofrutícolas y de secano, junto con amplias zonas áridas y pedregosas (donde crece el esparto y al que dedico un apartado más adelante). Aquí abundaba antes del siglo XIX el bosque de encinas, acebuches, alcornoques, algarrobos, chaparros, lentiscos y palmitos, pero han desaparecido casi completamente debido a la introducción de cultivos y a la tala de que fue objeto para la obtención de carbón con que alimentar las fundiciones y hornos tan extendidos en la Alpujarra hasta finales del siglo pasado. Recordemos que hace falta leña para cocer la cerámica, para la obtención del hierro, de la cal y del yeso, amén de las industrias no relacionadas con la construcción.
"Había entonces en la Alpujarra doce fundiciones de plomo y hierro, dos fábricas de vidrio y una de municiones, que dependían de las minas de plomo y que desaparecieron con éstas a finales de siglo."
Navarro Alcalá-Zamora, P. Mecina (...) Pág. 52
Sin sobrepasar los 1400 m. aparece de nuevo el bosque de encina, también diezmado, junto con otras especies más adaptadas al frío como coscoja, quejigos, madroños y pino negral o ródeno. La madera de este último, es una madera muy buena para la construcción, sobre todo para soportar cargas estáticas, pero es frágil para los esfuerzos dinámicos (con movimiento). Las coníferas o resinosas presentan en general buenas cualidades como madera de construcción.
Sin superar los 2000 m. aparece especialmente en las zonas más húmedas el bosque caducifolio de las frondosas, formado por castaños, nogales y robles; los más utilizados antiguamente por su calidad, dureza y facilidad para labrar. El roble resiste muy bien la alternancia de humedad y sequedad, pero es atacada por insectos. Las maderas frondosas son, en general, mejores para la ebanistería por su aspecto fino y calidad. El nogal y el castaño presentan las mismas características que el roble. En la sierra y también hasta los 2000 metros, crecen, además, acebos, cerezos, enebros, fresnos y tejos.
En las zonas más elevadas, el pino albar cierra la formación boscosa para dar lugar a la vegetación de alta montaña. Este pino también es bueno para la construcción, resultando más fino que el pino negral, y por tanto mejor para despieces de carpintería.
Ilustración nº 10.- Esquema del tipo de vegetación
existente en la zona a diferente altitud
Resumiendo, se puede decir que la madera utilizada en los pueblos es la de los árboles que crecen en sus alrededores, empleándose maderas duras (castaño, nogal y roble) en los pueblos altos, y maderas más blandas en los pueblos medios y bajos (pino, chopo, álamo...).
La utilización de la madera requiere unas labores previas, que redundarán posteriormente en su mejor calidad y duración, como son el talado de los árboles en la época de invierno, que es cuando la savia cesa su flujo por el tronco, y el posterior secado de su humedad, que antiguamente se lograba exponiendo las piezas aserradas, separadas entre sí, al aire libre durante bastantes meses. Para su protección se utilizaban aceites naturales como el de linaza o el de nogal.
LA CAÑA
Crece con generosidad en los humedales, en las orillas de los ríos y acequias en una amplia banda de altitud, que se extiende desde la orilla del mar, hasta cotas superiores a los 1.300 metros.
Para prolongar su vida útil y como método natural, se recomienda cortarla en noche de luna menguante. Una vez cortada y para que cure, hay que dejarla calzada evitando el contacto con el suelo, y mantenerla en posición vertical por un tiempo mínimo de 3 semanas. Por último, hay que trasladarla a un lugar bien ventilado para dejarla secar
Una vez limpia y seca, se utiliza en grupos de 3 o 4 unidades atadas con esparto, para formar los cañizos de los techos, o los tabiques divisorios en las viviendas guarnecidos de yeso por ambas caras (Ver ilustración nº 28). A su economía y ligereza, hay que unirle la ventaja de que, al ser hueca, confiere propiedades aislantes al elemento constructivo del que forma parte.
Su utilización es generalizada en las casas y cortijos de los pueblos bajos, pero también aparece en menor medida en los pueblos más altos.
EL ESPARTO
El uso del esparto ya se hacía en la antigüedad como demuestra el hallazgo en la cueva de los Murciélagos, cerca de Albuñol; y va a constituir desde el primer momento, un material auxiliar e imprescindible para la construcción, además de sus otros múltiples usos aplicados a la vida cotidiana, por ejemplo, acordalando los cañizos, como cordeles de atadura, arrollados a rollizos de madera para proporcionar adherencia entre el mismo y los morteros de yesos de paredes y techos, etc.
Cada hebra para el trenzado de los distintos tipos de cordeles, suele estar constituida por un número indeterminado de hilos tomados a ojo, y que oscilan normalmente alrededor de los ocho.
"El esparto se utiliza para la fabricación de una multitud de cordeles de varias hebras, trenzados de diversas maneras. Cada uno de ellos recibe un nombre determinado. La tomiza, compuesta de dos hebras, es simple. El Ramal, que cuenta con tres hebras, es de uso diario. El Rabo de Gato, se confecciona con cuatro hebras; es muy resistente. La crizneja y su derivado, el rejo, son bandas anchas y sólidas, de cinco hebras; con ellas se hacen bozales para los animales domésticos y sacos para hacer la provisión. Una banda más ancha todavía es la pleita, de difícil confección. Cosida en espiral, entra en la fabricación de grandes capachos (serones), con lo que se cargan los burros para el transporte de las mercancías, y hay otro en número de cuatro (aguadores) para el de cántaros. Con los cordeles, se hacen sandalias, cestos para la paja, asientos de sillas, etc.
Spahni, J-C. L´Alpujarra. Pág. 111
Ilustración nº 11.- Distintos trenzados de esparto.
Tomado del libro L´Alpujarra, Spahni J-C.
El esparto es una hierba de la familia de las gramíneas, de color verde oscuro que crece en los terrenos más pobres, y no necesita ningún tipo de cuidado para su cultivo. Las matas miden de 25 a 50 centímetros de altura. Su recogida que va de mediados de verano a mediados de otoño, se efectúa de manera manual, enrollando sus puntas en un gancho de metal o trozo de madera, y tirando violentamente con un golpe seco. Para su elaboración, una vez arrancado, se deja secar al aire libre. Luego, cuando ha secado, se echa en agua durante unos diez días, y después es vuelto a secar con lo que ya se puede trabajar en bruto, o se puede ablandar golpeándolo con un mazo sobre una superficie lisa.
TRANSPORTE DE LOS MATERIALES
La dificultad de los caminos, cuando los materiales no se encontraban a pie de tajo, obligó a la utilización de los únicos animales de carga de que se disponía, que no eran otros que los asnos y mulos, cuando no los dueños de los animales.
Ilustración nº 12.- Acarreando piedra con el mulo del cascajar al pueblo.
Por ejemplo, para el transporte de la piedra, a los animales se le colocaba unas parihuelas, que eran una especie de escaleras que se prolongaban en el cuerpo del animal a fin de sujetarlas al mismo. Este artefacto también podía ser utilizado por dos personas, cogidas una de delante y otra de detrás. En otras ocasiones se utilizaban las pedreras, que eran una especie de repisas de madera colocadas como aparejo, y como no, también los capachos de esparto.
Las limitaciones en el transporte fue la causa de que algunas zonas desarrollaran ciertas técnicas constructivas distintas a las de otras. El ejemplo más claro lo tenemos entre los pueblos altos y bajos; aunque hoy día, esas diferenciaciones han desaparecido en las nuevas construcciones, debido entre otros motivos, a la apertura de carreteras y a la generalización del transporte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario