-
Hola Pepe, ¿cómo estás?
- Hola
Mohamed(*),
bien, gracias;
¿cómo estás tú?
-
Bien. Se cumplen 20 años de la publicación de tu libro y creo que
es buen momento para rendirle un pequeño homenaje haciendo esta
entrevista en la que te preguntaré algunas cosas acerca de lo que,
seguro, alguna gente está interesada ¿Qué te parece?
- Me
parece muy bien. Adelante.
-
Pues empecemos. La primera pregunta es ¿cómo surgió tu libro, la
"Guía rápida, bla, blá, blá... de arquitectura de la
Alpujarra".
- Ja,
ja. Ya sé que el título es un poco largo, pero quería que
describiera su contenido: “fácil, rápida y entretenida”. En sí,
no deja de ser una contradicción poner un título largo a un libro
corto y elaborado de manera rápida.
- ¿De manera rápida?
- Bueno,
sí y no. Lo redacté durante agosto del 97. Ya tenía algún
material guardado de mis innumerables viajes por la comarca. Me
refiero a dibujos que había realizado, fotos, apuntes propios e
incluso recortes de periódicos y revistas sobre el tema, así que
sólo fue cuestión de decidirme y ponerme a montarlo de una vez.
Echaba en falta un volumen monográfico, y siendo yo mismo de la zona
y habiendo estudiado arquitectura técnica,
¿qué más necesitaba? Cuando me lo planteé fue cuestión de un mes
poniendo en orden el material del
que disponía y la búsqueda de otro nuevo conforme iba armando el
puzle, escribiendo el guión, haciendo los dibujos, incluso
traduciendo del francés los escritos de Jean-Cristian Spahnis...
Luego encontré su libro publicado en español (un poco tarde).
Total, que todo fluyó rápido y de forma muy amena.
Sorprendentemente, me llevó mucho más tiempo la espera del trabajo
de impresión,
(varios
meses).
-
Lo imprimiste en la imprenta Gallego de Órgiva, ¿no?
-
Sí. Muy profesionales, muy queridos, siempre sacando tiempo para
atenderte a pesar de estar muy ocupados. Por cierto, aprovecho para
darles las gracias aquí públicamente a Manolo y Antonio Gallego.
Siempre me han tratado muy bien cuando los he necesitado. Ellos, con
su trabajo, han hecho mucho por la cultura de la Alpujarra. Les mando
un abrazo. Y por supuesto, no puedo olvidarme de Agustín Martín
Zaragoza, que
ya se fue, quien me inculcó el amor por los libros. Me acuerdo mucho
de él. Ahí va mi homenaje. Afortunadamente,
ahora mismo no falta gente empujando el carro.
-
Volviendo al libro, entonces ellos, me refiero a los hermanos
Gallego, te lo vendieron...
-
En parte sí, pero la mayoría de los ejemplares los distribuí yo
mismo por los comercios, yendo de tienda en tienda y de mano en mano.
Otros tantos me los pidieron poniéndose en contacto conmigo. De esta
manera, la primera auto-edición fue fácil de sacar porque,
al ser una novedad, la gente me los aceptaba. Los agoté rápidamente
y tuve que sacar una segunda edición, creo que dos años más tarde,
pero esta vez el libro había perdido
tirón. La tercera edición fue la última, en el año 2010 creo, y
tan solo saqué 100 ejemplares. La Alpujarra es una comarca pequeña
y resulta difícil introducir 1.000 libros entre una población de
25.000 habitantes; me refiero sólo a la parte de Granada, porque el
libro está centrado mayoritariamente en esta provincia. Apenas puse
pie en Almería
porque me quedaba lejos.
-
¡Vaya! En proporción es un libro muy
vendido. Si hubiera sido para toda España, hubieras vendido
más de 1,5 millones de ejemplares. Ahora serías rico y famoso. Has
mencionado auto-edición. Entonces ¿resultó rentable?
-
Eres
un cachondo. Al final quedé lo comido por lo servido. Lo tuve que
auto-financiar con mi dinero y fueron muchos gastos. Además,
terminas regalando muchos ejemplares. Quien haya publicado un libro
de tirada corta sabe de qué hablo.
-
O sea, que no es por dinero por lo que lo publicaste.
-
Para nada. Pero tiene otras recompensas, te puedes imaginar. En mi
caso, siento que es casi como tener un hijo del que te sientes
orgulloso.
-
Sé que no vives en la Alpujarra desde
hace años y mucho menos
desarrollas tu profesión en ella, ¿es cierto? Entonces, de forma
osada te voy a preguntar ¿qué
base tienes para opinar acerca de cómo está la arquitectura de la
Alpujarra en este momento?
-
Mi
base para opinar es que me asiste el derecho de nacimiento que p'a
eso soy alpujarreño, aunque nadie es profeta en su tierra, jaja. Sí,
es cierto. No vivo ni trabajo en ella,
pero la sigo visitando regularmente. No he perdido el contacto del
todo. Desde luego,
es una pena en muchos aspectos, sobre todo si estás enamorado de tu
tierra como me ocurre a mí;
pero desde otro punto de vista, tiene la ventaja de que cuando te
ausentas y luego vuelves cada cierto tiempo, vas obteniendo flashes y
una visión de evolución de las cosas que la gente que permanece en
el lugar no alcanza a percibir.
-
Sí. Sé a qué te refieres. Es como
cuando te miras en el espejo cada mañana y no ves diferencias, hasta
que echas mano de tus fotos.
-¿Qué
tu te miras en el espejo? Jaja. Me parece que hace mucho que no te
peinas (Esto no lo pongas en la entrevista)
- (No, tranquilo. La confianza da asco...) Y dime ¿Qué has visto tú en esa "evolución"?
-Bueno... las apreciaciones son siempre subjetivas y se ven del color del cristal a través del cual miras. Hablo de la percepción y de su dualidad, así que tanta naturaleza y contraste, o bien te engullen y terminan embruteciéndote, ó bien volviéndote más sensitivo. La Alpujarra traspira agresividad y salvajismo por un lado, pero por otro también traspira espiritualidad. Si eres un poco sensible, es difícil no contagiarte y no volverte un poco cabra loca o un poco filósofo de la vida.
-¿O un lama?
- Sí, eso, o un lama. Así que a tu pregunta acerca de cómo ha evolucionado la arquitectura en la zona, encuentro dos respuestas, como en los chistes: una mejor y otra peor. ¿Cuál quieres oír primero?
- Me da igual. La que tu quieras.
-Pues...
empecemos por la buena: La Alpujarra no se ha movido. Sigue en su
sitio. En arquitectura, al menos la de esta comarca, la mitad del
valor lo confiere el paisaje. Quiero decir que si pones una casa
típica alpujarreña en una extensión sin montañas, sin barrancos,
sin vegetación mediterránea...
ya no es lo mismo,
aunque la construyas igual. En cierto modo, el entorno condiciona y
es una garantía para la supervivencia de su estilo. Aún así es
solo el 50%. La acción del hombre puede inclinar la balanza.
-
Evidentemente. ¿Y la
evolución, en el aspecto
menos bueno?
-
Que no se puede hablar solamente de arquitectura como algo aislado
sin relacionarla con la economía, la tecnología en segundo lugar,
la sociedad y sus costumbres, la cultura y las modas en tercer lugar
porque vienen impuestas por las dos primeras, y así sucesivamente.
Todo eso junto es el otro 50%. Así que lo que no ha evolucionado tan
bien (desde mi punto de vista) es la parte humana.
-
De esa parte humana, ¿cuánto
ha influido la crisis económica?
-No
te puedo dar un porcentaje. La crisis es una anécdota. La
arquitectura de la Alpujarra nació siendo una arquitectura sobria y
funcional, y la economía, tanto si funciona muy mal como si funciona
muy bien (sobre todo muy bien), potencia alteraciones en extremo. La
economía es un potenciador y no tienes más que darte una vuelta por
ciertos pueblos para ver los efectos de la última especulación.
Pero yo recalcaría también la influencia de la tecnología y las
nuevas costumbres sociales que han irrumpido
bruscamente en las últimas décadas alterando significativamente la
evolución que durante siglos había sido suave y progresiva. Por
supuesto no me olvido de la masificación del turismo. Ahora, por
ejemplo, las jarapas, la cerámica y otros cachibaches en las
fachadas de las tiendas sustituyen a la otrora función ornamental de
las macetas, y sentarse en las terrazas de los bares a cualquier hora
sustituye la vieja costumbre de sentarse en las azoteas por las
tardes. Y no hablemos de la presencia de los automóviles.
-
Y en todo esto ¿cómo ves el papel de la Administración?
-
Esa es otra dentro del paquete 50% del factor humano, porque antes
su papel era muy discreto o inexistente, pero ahora, con las nuevas
tecnologías y la llegada de la Democracia, ha crecido en control y
protagonismo regulando todos los ámbitos de la vida en los
municipios, desde el urbanismo, la arquitectura, pasando por la misma
economía local, las costumbres... hasta la circulación y las
comunicaciones. Así que ha tenido oportunidades de actuar en muchas
cosas buenas y menos buenas, pero no quiero entrar a juzgar sin más.
Por ejemplo, en lo que se refiere solamente a urbanismo y
arquitectura, quiero adivinar que en los municipios más importantes
se deben haber elaborado y aprobado hace tiempo unas normas y
disposiciones subsidiarias de planeamiento. Se nota en el Barranco de
Poqueira, por ejemplo, pero no estoy seguro si ha ocurrido en la
Tahá, y supongo que aún quedan pueblos pequeños y con menos
recursos sin ningún planeamiento municipal. Así que no sé cómo se
está actuando porque no tengo establecida mi actividad aquí ni es
la especialidad de mi carrera la planificación urbana. Es una
disciplina más propia de los Arquitectos, como lo es también
proyectar y diseñar.
-
Pero supongo que no te importaría dedicarte a eso.
-Sí,
ya trabajé como Jefe de Edificios Municipales del Distrito de Retiro
en el Ayuntamiento de Madrid durante varios años, y a veces estás
muy condicionado por las tendencias políticas, teniendo que abordar
muchas y diversas labores para las que, en principio, no estás
preparado, o no estás de acuerdo o no te agradan, pero las haces
porque eres un subordinado y aprendes ganando experiencia de paso.
Otras labores más cotidianas pueden tener que ver con asegurarse de
que las obras en los edificios se realizan con proyecto
arquitectónico cumpliendo los requisitos que exige la normativa
local, pero ya digo que ahora no es el caso. Como no ocupo ninguna
responsabilidad técnico-administrativa en la Alpujarra no puedo
entrar a evaluar a ese nivel, pero sí que me permito opinar con
libertad si una construcción me agrada o no me agrada.
-
¿Y qué te parece, hasta dónde es
de tu agrado, lo que has visto?
Sin
mencionar dónde, he visto edificaciones recientes de muy mal gusto,
presumiblemente con proyecto arquitectónico pero que se nota buscan
rentabilizar el último euro. También las he visto muy cuidadas en
su diseño,
pero igualmente chirrían, porque están tan recargadas que se ven
artificiales. En más de algún lugar me he sentido paseando por un
parque temático más que por un genuino pueblo alpujarreño. En
todos los casos falta la espontaneidad constructiva del dueño
haciendo su casa con sus propias manos. La arquitectura alpujarreña
no siempre tiene que obedecer a otra intención que la de procurarse
un lugar funcional y humilde para vivir, pero nos hemos acostumbrado
a complicarlo todo (y los llamamos progreso), bien en términos de
dinero o de normativa, y ambas cosas matan esa simplicidad, uno de
los primigenios distintivos de nuestra arquitectura. No puedo
criticar a nadie porque estoy hablando de ese 50% de factor humano
que parece que se nos escapa de las manos. Hay que asumir de una vez
que han pasado los tiempos de aquella antigua manera de construir. Lo
que más me pica es que yo no sé si podría hacerlo mejor.
-
Pues ahora que lo dices y para ir terminando, si tuvieras la
oportunidad, ¿qué proyecto
acometerías en la Alpujarra?
-Buena
pregunta. Hace tiempo que le vengo dando vueltas a la idea de una
aldea medieval. Imagina recuperar una cortijada o un pueblo
abandonado reproduciendo el medio de vida rural tal
como era en los siglos XV y XVI, repoblado
por actores-trabajadores y todos sus oficios artesanales tal como se
desarrollaban por entonces. Una aldea auto-sostenible... no voy a
contar más.
-
¿Cómo se cóme lo de "autosostenible"? Mucha gente que ha
emigrado al campo se queja de que, hoy por hoy, es imposible alcanzar
la autosufiencia.
-Eso
es porque está mal planteada. Antiguamente mucha gente vivía de
manera autosostenible y hoy se puede lograr igualmente, pero tienes
que renunciar a cosas que no se sostienen solas. Me refiero a querer
vivir con todas las comodidades y ventajas de la ciudad en el medio
rural y eso es imposible sin hacer un sacrificio.No puedes ser
autosuficiente si no renuncias a ciertas comodidades o adelantos.
-
Por ejemplo...
-
Por ejemplo... un beduino no puede pretender bañarse todos los días
en el desierto. Tiene que hacer vida de beduino.
-
Entiendo. Suponiendo que se pudiera conseguir;
para realizar ese proyecto,
hace falta mucho dinero,
¿no?
-No
te creas, no hace falta tanto. El principal problema vendría por las
trabas administrativas. Hoy en día,
la Ley te pide que cumplas multitud de ordenanzas sin las que no
obtendrías los permisos oportunos. Imagina una inspección de
trabajo cerrándole el chiringuito al beduino porque no cumple las
condiciones sanitarias. Pero todo se arregla con imaginación. En la
Alpujarra, la falta de recursos se arregla con imaginación.
-
¡Ah, ¿sí? ¿Y cómo resolverías la parte administrativa? (en esta
parte a Pepe se le abre una amplia sonrisa, de oreja a oreja y se
empieza a descojonar).
-
Jajaja. Volviéndose uno mismo la
propia Administración. Siguiendo la moda, proclamaría la
independencia absoluta del municipio donde se estableciera el
proyecto, un pequeño reino de taifa, una tahá
independiente. A partir de ahí,
eres dueño y señor y
puedes hacer lo que te dé en gana. No tienes que depender de nadie.
Podrías acuñar tu propia moneda que bien hará falta con la próxima
desaparición del dinero, emitir sellos conmemorativos, emitir
deuda... Desde luego no tienes que poner fronteras ni hacer la guerra
contra nadie. Muchas otras cosas seguirían igual;
por ejemplo, quien hubiese estado cotizando a la Seguridad
Social, podría seguir
haciéndolo al Reino de España para “cobrar en el futuro”,
jaja. El municipio se haría famoso en el mundo entero, saldrías en
todos los medios y lo invadiría un aluvión de curiosos que dejarían
multitud de divisas. La economía florecería de nuevo.
-
Por supuesto, estás de
broma o... ¿es que te has fumado un porro?
-Jajaja.
Lo primero; no quiero cometer el delito de rebelión. Estoy a favor
de la unión y no de la desunión. Me gusta el humor y por eso
escribí un libro que se titula "La
Alpujarra: ¿Estado Independiente?",
sin pretensiones y solo como divertimento, aunque tiene un importante
mensaje, pero tienes que leerlo al completo, llegar hasta el final.
Lo puedes encontrar en internet.
-
La última pregunta:
¿Volverías a la Alpujarra? Quiero decir,
de manera permanente.
-Por
supuesto, si me necesitaran o me llamaran
de allá para...jaja, algo serio. Estoy dispuesto a mudarme y
establecerme de nuevo, con ciertas condiciones.
-
¿Quizás te podrías presentar como alcalde?
-¡Dios
me libre! Antes me hago monaguillo. La entrevista se ha roto, me ha
dado la risa, jaja.
¿Podemos terminarla ya? Porque hablar de la Alpujarra ha hecho que
me apetezca comerme una migas.
¿Quieres?
-
Con pimientos, aceitunitas, cebolla asá, pescaito frito o bacalao,
melón...
-...
morcilla y vino de la Contraviesa...
-
No, eso no. El problema contigo es que uno no sabe cuándo
estás hablando en serio o en broma.
-¿Tú
que piensas?
-
Que la morcilla y el vino son sólo para ti.
¡Que te den morcilla!
-Eso
mismo pienso yo.
¡Que me den morcilla!
*
* *
(*) NOTA:
Esta entrevista es totalmente ficticia y las opiniones expresadas
sobre arquitectura coinciden con el sentir del autor, aunque los
chistes son solo chistes y no pretenden despreciar ninguna creencia
en particular. Mohamed, el entrevistador, es un personaje igualmente
ficticio, una creación literaria, un fantasma de un antiguo guerrero
Monfí que el autor de este blog, Pepe López, conoció mientras
meditaba en uno de sus innumerables subidas a la Alpujarra. A partir
del primer encuentro, se estableció una buena amistad entre ambos y
los encuentros se hacen cada vez más regulares. En cada uno de
ellos,
ambos dialogan acerca de temas trascendentales sobre la vida,
conversaciones que son recogidas a modo de libros, entre ellos “La
Alpujarra: ¿Estado Independiente?",
que cuenta cómo
se conocen por primera vez; “Diálogos
con Mohamed: La Búsqueda”;
“El
Evangelio según San Pepe (Diálogos con Mohamed II)”
y "El
Barranco del Tesoro de En Medio".
Algunos de estos libros se encuentran publicados en internet.